Cuando el que suscribe estaba en esa edad en la que somos tan jovenes que creemos saberlo todo, precisamente porque aún no sabemos nada, y en su consecuencia tomamos enconadas posturas sectarias ante la vida, yo odiaba Warhammer, a pesar de que prácticamente el resto de la comunidad rolera estaba de acuerdo en lo contrario. Su ambiente oscuro, violento y cínico, entraba en conflicto con mi, por entonces, luminosa visión del mundo.
Con los años, la madurez intelectual le lleva a uno a replantearse todo desde diferentes perspectivas. Con Warhammer me mantuve firme, pero poco a poco las racionalizaciones y discursos que construía para justificarme eran cada vez más rebuscados y débiles. De hecho la última razón la he seguido manteniendo desde entonces, incluso cuando acepté Warhammer, y hasta ahora, y no es otra que un profundo desprecio de Games Workshop como empresa, por sus prácticas, no ya las de marketing dirigidas a engañar al usuario con productos de calidad cada vez más pobre pero incrementalmente más caros, sino otro tipo de prácticas aún mas rastreras, como la competencia desleal por la cual se dedican a boicotear tiendas ajenas a su franquicia para lograr hacer monopolio.
En fin, un día Games Workshop logró hacer sonar un par de flautas como para llamar mi atención. Por un lado descubrí el Warhammer Ancient Battles, que es su juego de miniaturas pero en versión histórico. Por otro, se publicó la segunda edición del Warhammer Fantasy Roleplaying Game escrito por el equipo de Green Ronin, en mi humilde opinión la mejor empresa de la industria del rol. Así que dí rienda suelta a la curiosidad que había ido creciendo en mi durante años, y entregué mi alma a Games Workshop. Eso si, siempre con ciertas reservas.
Desde entonces pude comprobar por mi mismo la reducción de calidad en los contenidos de Warhammer que ha tenido lugar en la última década y media o así. Yo mismo la sufrí en mis carnes con las miniaturas. Y cuando más decepcionado me tenían, en vez de realizar un acto que les redimiese a mis ojos, me dieron el mazazo final. Sea como fueren los eventos que llevaron a tal situación, Games Workshop concedió la licencia del Warhammer Fantasy Roleplaying Game a Fantasy Flight Games, y estos han sacado una tercera edición que "innova" conduciendo el juego a través de mazos de cartas, fichas, y otros aditamentos propios de los coloridos juegos de tablero que, por otro lado maravillosamente, realiza tal empresa.
Para alguien como yo que defiende la idea de que los juegos de rol, como juegos narrativos, deben tender a utilizar herramientas narrativas, resueltas en la imaginación, tratando de prescindir al máximo de interferencias físicas exteriores, la idea de un juego de rol que -se racionalice de cualquier forma enrevesada como se racionalice- no deja de ser un híbrido con juego de tablero, resulta harto peligrosa. Para empezar, como los juguetes electrónicos, un sistema muy estructurado le resta control al Master y capacidad de jugar. Lo miocurre con los jugadores, aunque en el caso de estos el D20 (y lo que venga después) pueda parecer que les conceda más control (en realidad, solo se lo concede frente al Master). Por tanto, los sistemas deberían ser sencillos, poco estructurados. Aun así, un sistema muy estructurado como el D20 se puede utilizar de forma más sencilla, reduciendo reglas, dominando al sistema en vez de dejarse dominar por el. Pero cuando la estructuración del sistema se fija a través de entes físicos, como las omnipresentes cartas o los "contadores" y "dados especiales" en esta tercera edición del Warhammer Fantasy Roleplaying Game, no se puede reducir dicha estructuración, sin que el juego colapse. Las leyes están escritas en piedra, son intocables, absolutas, y por tanto, injustas, además de no poder escapar a ellas. El dinámico juego de rol se convierte en una actividad monótona en su continua regulación de normas por innumerables documentos físicos, como una burocracia. Una burocracia. ¿No se suponía que el rol era una divertida actividad de la imaginación?
Por supuesto, esto responde a un afán fiscal en una doble vertiente. Por un lado, todos los materiales necesarios para ponerlo en marcha son costosos. La caja básica cuesta la friolera de $99.95 , y solo soporta tres jugadores. Ni uno más. Si alguien más desea incorporarse, cada jugador deberá adquirir otro kit de jugador, con todas sus fichas y sus mazos de cartas propios, por la friolera cantidad de $29.95. Y lo más hiriente, el sistema de profesiones que durante casi veinte años ha sido el orgullo de todos los fans del Warhammer Fantasy Roleplaying Game, ha sido mutilado, de forma que solo se puede tener acceso a unas pocas, y se barrunta que en el futuro, después de comprar ni se sabe cuantos suplementos más, ni siquiera lleguen a estar todas. De paso, en el básico tampoco se puede tener acceso a todas las razas tradicionales. Por otro lado, acostumbrándonos a sistemas de reglas muy estructurados, que adormezcan la creatividad, nos tienen siempre esperando a que nos lo den todo hecho en vez de hacerlo por nosotros mismos, que es la primera regla de la sociedad de consumo. Por supuesto, la bella (no, en serio) presentación del juego, convence para su compra anulando la capacidad crítica. Es la capacidad de atontamiento que tienen las cosas de colorines, como una sepia cazando a sus presas. Por eso esta tomadura de pelo está convenciendo a su parte de consumidores, lo que en definitiva es de esperar de cualquier producto. Queda el consuelo de que Fantasy Flight Games ha tenido roces en la sombra con Games Workshop por problemas de copyright sobre un cierto programa gratuito de distribución online que daba la posibilidad al usuario de crear nuevas cartas, una concesión a la creatividad que Games Workshop enseguida aplastó, como si de una rebelión se trarara. Y es que siempre hay que saber muy bién con quien se casa uno.
Se puede argumentar el tema de la innovación. Bien, sin duda reconozco que habría que echar un buen vistazo a las reglas, sobre todo aquellos que quieran dedicarse al diseño de juegos. Pero la innovación en los juegos de rol se está llevando a cabo en sectores marginales de, y a, la industria. El nuevo Warhammer Fantasy Roleplaying Game perpetúa las mismas formas de juego y las mismas pesadas estructuras de reglas de los últimos veinte años, y eso no es innovador, sino retrógrado. Y encima, en este caso, con pretensiones. Y creo que es hora de que alguien reconozca que el traje nuevo del emperador, no es nuevo, ni es traje, ni nada.
Con los años, la madurez intelectual le lleva a uno a replantearse todo desde diferentes perspectivas. Con Warhammer me mantuve firme, pero poco a poco las racionalizaciones y discursos que construía para justificarme eran cada vez más rebuscados y débiles. De hecho la última razón la he seguido manteniendo desde entonces, incluso cuando acepté Warhammer, y hasta ahora, y no es otra que un profundo desprecio de Games Workshop como empresa, por sus prácticas, no ya las de marketing dirigidas a engañar al usuario con productos de calidad cada vez más pobre pero incrementalmente más caros, sino otro tipo de prácticas aún mas rastreras, como la competencia desleal por la cual se dedican a boicotear tiendas ajenas a su franquicia para lograr hacer monopolio.
En fin, un día Games Workshop logró hacer sonar un par de flautas como para llamar mi atención. Por un lado descubrí el Warhammer Ancient Battles, que es su juego de miniaturas pero en versión histórico. Por otro, se publicó la segunda edición del Warhammer Fantasy Roleplaying Game escrito por el equipo de Green Ronin, en mi humilde opinión la mejor empresa de la industria del rol. Así que dí rienda suelta a la curiosidad que había ido creciendo en mi durante años, y entregué mi alma a Games Workshop. Eso si, siempre con ciertas reservas.
Desde entonces pude comprobar por mi mismo la reducción de calidad en los contenidos de Warhammer que ha tenido lugar en la última década y media o así. Yo mismo la sufrí en mis carnes con las miniaturas. Y cuando más decepcionado me tenían, en vez de realizar un acto que les redimiese a mis ojos, me dieron el mazazo final. Sea como fueren los eventos que llevaron a tal situación, Games Workshop concedió la licencia del Warhammer Fantasy Roleplaying Game a Fantasy Flight Games, y estos han sacado una tercera edición que "innova" conduciendo el juego a través de mazos de cartas, fichas, y otros aditamentos propios de los coloridos juegos de tablero que, por otro lado maravillosamente, realiza tal empresa.
Para alguien como yo que defiende la idea de que los juegos de rol, como juegos narrativos, deben tender a utilizar herramientas narrativas, resueltas en la imaginación, tratando de prescindir al máximo de interferencias físicas exteriores, la idea de un juego de rol que -se racionalice de cualquier forma enrevesada como se racionalice- no deja de ser un híbrido con juego de tablero, resulta harto peligrosa. Para empezar, como los juguetes electrónicos, un sistema muy estructurado le resta control al Master y capacidad de jugar. Lo miocurre con los jugadores, aunque en el caso de estos el D20 (y lo que venga después) pueda parecer que les conceda más control (en realidad, solo se lo concede frente al Master). Por tanto, los sistemas deberían ser sencillos, poco estructurados. Aun así, un sistema muy estructurado como el D20 se puede utilizar de forma más sencilla, reduciendo reglas, dominando al sistema en vez de dejarse dominar por el. Pero cuando la estructuración del sistema se fija a través de entes físicos, como las omnipresentes cartas o los "contadores" y "dados especiales" en esta tercera edición del Warhammer Fantasy Roleplaying Game, no se puede reducir dicha estructuración, sin que el juego colapse. Las leyes están escritas en piedra, son intocables, absolutas, y por tanto, injustas, además de no poder escapar a ellas. El dinámico juego de rol se convierte en una actividad monótona en su continua regulación de normas por innumerables documentos físicos, como una burocracia. Una burocracia. ¿No se suponía que el rol era una divertida actividad de la imaginación?
Por supuesto, esto responde a un afán fiscal en una doble vertiente. Por un lado, todos los materiales necesarios para ponerlo en marcha son costosos. La caja básica cuesta la friolera de $99.95 , y solo soporta tres jugadores. Ni uno más. Si alguien más desea incorporarse, cada jugador deberá adquirir otro kit de jugador, con todas sus fichas y sus mazos de cartas propios, por la friolera cantidad de $29.95. Y lo más hiriente, el sistema de profesiones que durante casi veinte años ha sido el orgullo de todos los fans del Warhammer Fantasy Roleplaying Game, ha sido mutilado, de forma que solo se puede tener acceso a unas pocas, y se barrunta que en el futuro, después de comprar ni se sabe cuantos suplementos más, ni siquiera lleguen a estar todas. De paso, en el básico tampoco se puede tener acceso a todas las razas tradicionales. Por otro lado, acostumbrándonos a sistemas de reglas muy estructurados, que adormezcan la creatividad, nos tienen siempre esperando a que nos lo den todo hecho en vez de hacerlo por nosotros mismos, que es la primera regla de la sociedad de consumo. Por supuesto, la bella (no, en serio) presentación del juego, convence para su compra anulando la capacidad crítica. Es la capacidad de atontamiento que tienen las cosas de colorines, como una sepia cazando a sus presas. Por eso esta tomadura de pelo está convenciendo a su parte de consumidores, lo que en definitiva es de esperar de cualquier producto. Queda el consuelo de que Fantasy Flight Games ha tenido roces en la sombra con Games Workshop por problemas de copyright sobre un cierto programa gratuito de distribución online que daba la posibilidad al usuario de crear nuevas cartas, una concesión a la creatividad que Games Workshop enseguida aplastó, como si de una rebelión se trarara. Y es que siempre hay que saber muy bién con quien se casa uno.
Se puede argumentar el tema de la innovación. Bien, sin duda reconozco que habría que echar un buen vistazo a las reglas, sobre todo aquellos que quieran dedicarse al diseño de juegos. Pero la innovación en los juegos de rol se está llevando a cabo en sectores marginales de, y a, la industria. El nuevo Warhammer Fantasy Roleplaying Game perpetúa las mismas formas de juego y las mismas pesadas estructuras de reglas de los últimos veinte años, y eso no es innovador, sino retrógrado. Y encima, en este caso, con pretensiones. Y creo que es hora de que alguien reconozca que el traje nuevo del emperador, no es nuevo, ni es traje, ni nada.
Ni que decir tiene que ya no me interesa lo más minimo jugar Warhammer en ninguna de sus encarnaciones, y pronto me desharé de las minituras (como tanta otra gente). Y con pena, porque el mundo me gustaba bastante; ambientar fantasía en un trasfondo similar al siglo XVI, me parece original y atrayente. En cualquier caso, opciones de mundos fantásticos, oscuros, y adultos, no faltan. Por lo pronto, ahí tenemos el Dragon Age, que por $29.95 la caja básica, nos ofrece rellenar las mismas horas que el Warhammer Fantasy Roleplaying Game, con solamente 128 páginas y tres dados de seis caras. Una ganga, vamos.
3 comentarios:
Ups. Muchas gracias por la información. La verdad es que estábamos interesados en saber "que contenía" el famoso juego de cajita de FFG.
Tu entrada me ha recordado a la conversación que teníamos el sábado en Mazinger sobre la política de publicación del D&D4 y como habían dejado a posta material fuera del básico. En principio con la idea de dejar el libro más simple, pero por otro lado con una clara visión comercial para sacar el Manual del Jugador II, III... ad infinitum.
Sin duda el rol es un negocio para ellos pero a veces resulta realmente ofensivo para el aficionado y cliente.
Estoy madurando una entrada al respecto... No se muy bién que "beneficios" puede dar al hobby el dichoso WFRP3, que lo llaman por ahí, pero por lo pronto está resultando un revulsivo en la comunidad, y entre los propios fans del juego también creando un auténtico cisma entre dos grupos.
Nada, el rol tiene que ser del pueblo, y juegos como este dan el control a una minoría de oligarcas. Justo lo contrario.
Una empresa que busca dinero!!!...sorprendente!...
pasando de las ironías, de forma personal, afirmo que me encuentro ansioso por probar el juego después de escuchar algunas reseñas positivas y negativas, me parece innovador y como no e jugado versiones pasadas, lo mas seguro es que no tenga en cuento los retrocesos.
Y el dragon age, barato?, vamos si es de nivel 1-5 hace poco sacaron la expansión, creo que todas las empresas tienen sus ganchos.
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