miércoles, 30 de marzo de 2011

Me duele el blog

En las últimas semanas no he actualizado el blog por diversos acontecimientos, principalmente de mi vida, que siempre son más acuciantes, y entre ellos los compromisos roleros que a veces hay que perseguir si queremos que ocurran, y que digo yo serán más importantes que echar el tiempo que se echa en un blog, que no es poco. Igualmente por los recientes acontecimientos que nos atañen a todos, aunque no nos lo parezca porque nuestros grandes amigos los periodistas se olviden selectivamente de ellos cuando ya no pueden exagerarlos más. Y no solo porque un premio Nobel de la paz esté promoviendo una guerra en un país árabe que se defiende con las armas que todos los países civilizados (dícen) le hemos vendido, sino porque el accidente nuclear (no tiene otro nombre) de Fukushima traerá mucha más cola de la que el miedo nos impide reconocer. Es paradójico, casi profético, que meros días antes, en mi última entrada hasta la fecha, estuviese hablando del género post-holocausto nuclear, e incluyese fotos de Hiroshima (o Nagasaki, que tanto da).

Así que últimamente, cada vez que he considerado realizar una nueva entrada, la aplastante falta de humor se ha manifestado en contra, apoyándose en el hecho de lo poco que me gustan los blogs. Y no os sorprendáis, que lo he dicho ya muchas veces.

La "blogosfera" es el ecosistema de los narcisismos, tanto que se ha llegado a algo tan prepotente como acuñarse un término tán feo (con lo que le viene que ni pintado). Es un darwinismo de los egos al que muy pocos blogs, logrando su sana intención de ser meramente informativos, escapan -y tampoco es el caso de este, para que engañarnos-. En esta prescindible "selección artificial" del rasgo genético de la vanidad, es cada vez más común tender al humor, o más bien, cachondeo, para captar lectores. Ser cada vez más atrevidos (es un eufemismo para decir inmorales), como en Gran Hermano. Y como hablamos de una "selección artificial", esta tendencia es cada vez más impune y soliviantadora. Hay que ser cada vez más bestia, y más bestia que los demás, si queremos que nos lean a nosotros y no a ellos. Mira, como los periodistas.

Por supuesto, alguien saltará acusándome de entrar siempre al trapo, de no saber reirme de nada, ni de mi mismo; de ser muy serio, vamos. Hombre, los que me conocen personalmente saben que siempre estoy de broma, y que soy un poco cabroncete. Además, me gusta The Big Bang Theory por como los geeks nos reímos de nosotros mismos, y reconozco abiertamente que Sheldon es el personaje que mejor me refleja: maniático, pagado de si mismo, insufrible como un niño pequeño... y espero que entrañable, también. Pero considero que el humor de verdad es el currado y natural, aunque sea ácido e hiriente, y no el zafio y forzado, que molesta a cualquiera con dos dedos de frente, aunque no al submongol que lo está perpetrando. Usando la inevitable analogía, es como comparar el brillante humor histórico de La Víbora Negra que utiliza los propios elementos históricos como reflexión para hacer sus chistes, con la típica comedia histórica que en su mediocridad se apoya en la inclusión de anacronismos, porque es más fácil y hace de reir a los de siempre.

Así, hay quien se dedica a hacer de reir a sus lectores, y cuando le falta material, pues sigue con la dinámica y busca situaciones inexistentes o descontextualiza otras para poderse reir de lo que no es, creyéndose mogollón de inteligente. Mucho, sin darse cuenta de que reirse de lo no és da lugar a un humor vacío y molesto. Pero claro, tener que parir algo muy frecuentemente, te genera un alma de periodista.

Superficialidad, amigos, el término que mejor define a la civilización actual. Se lleva el ser irreflexivo, y nuestros más jóvenes ya no quieren ni leer. Y especifíco, obviamente no son más tontos que nosotros, porque no ha habido ningúna mutación genética (aún). El problema es que los hemos atontado aún más de lo que nos han atontado a nosotros. Ya no se exige esfuerzo a nadie (aparte de las ocho horas de trabajo para el inglés, pronto ampliables; es curioso). Ahora todo es únicamente placer y risas, no nos vaya a explotar la cabeza; como no podía ser de otro modo, una cultura nihilista es superficial, y viceversa. Les pasó a los romanos, y nosotros vamos a tropezar por segunda vez con la misma piedra. Estos días me he fijado que el cartón del rollo de papel de water contiene una leyenda que me indica que lo puedo tirar por el inodoro. Todo placer, nada de esfuerzo para el consumidor; para que caminar diez pasos hasta la cocina y tirarlo en la bolsa de papel a reciclar. Inmediatamente me evocó esa genial reflexión de Mike Judge, Idiocrácia, donde la población del Siglo XXV, incapaz de hacer una O con un canuto, posee un asiento frente al televisor que incluye una manquerita para poder sorber la papilla alimenticia y un water para no tener ni que levantarse en ningún momento, mientras ven el programa de máxima audiencia, un tipo que lleva un golpe tras otro en sus partes íntimas en medio de una pantalla cubierta de anuncios de brillantes colores...

A lo mejor soy muy serio, pero a mi parecer la internet es un medio muy deficiente para la comunicación humana -ni siquiera los emoticones pueden suplir sus carencias, aunque ayuden-, y hay que saber como y cuando reirse de algo. Si ya es complicado organizar un debate a través de este sobravalorado medio de información, imagináos algo tan complejo como el humor. Como es algo que tengo muy presente, trato de cuidar al máximo la objetividad de mi discurso, algo que por definición ya sabemos que no se puede lograr completamente. Mi objetivo es la información más veraz posible, y por ello creo que hay que evitar remover mierda por hacer de reir (si, he hecho el chiste tres veces a drede). Donde otros ven seriedad, yo veo coherencia. Pero claro, tengo mi parte importante de vanidad, narcisismo y egocentrismo; fijaos que hasta tengo un blog propio.

Y aunque muchas veces pensar la de tiempo que sacrifico al dios de la internet me impela a mandarlo al cuerno porque mi opinión de los blogs es nefasta, y el rédito negativo, lecturas como la última entrada de Grognardia (y los comentarios de sus lectores), me convencen de que a veces hay que honrar dicho sacrificio. En nuestro caso, la internet ha consolidado la comunidad rolera en los inevitables momentos críticos de la industria (que no del hobby) mientras es fagocitada por los videojuegos, y mantiene la antorcha encendida. Hacemos falta, vamos. Aunque hay quienes se empeñan en parecer periodistas, o algun sucedaneo.

Claro que tampoco debería escupir para arriba, porque estudiando Historia, es fácil acabar dedicándose al periodismo.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Futuro Mutante...


...o como aprendí a amar la bomba (de H).

Hoy me ha llegado un paquete de Lulu. No Lulú, la del anuncio, malpensados. Lulu, el servicio online de impresión según demanda que cualquiera puede usar para publicar sus libros como si fuera un escritor de verdad y ahorrarse la terapia. Esta es la segunda vez que hago un pedido, y la verdad es que estoy bastante satisfecho con el resultado, después de las historias de terror que se contaban al inicio de tal empresa; como todo, parece ser que con el tiempo han mejorado. El producto, esto es, los libros, tienen una impresión muy buena, y aunque las portadas son enclenques -las de pasta blanda, aún no he pedido ningún libro en pasta dura-, también están bien impresas y pueden pasar. Falla la encuadernación, que sí da la impresión de ir a soltar hojas después de un intenso uso como el que se da a un manual de rol, pero en mi caso no hay problema porque soy de los que cogen los libros con pinzas. Supongo que a la larga es también algo que mejorará, pues la impresión según demanda es el futuro -al contrario que el supuesto monopolio de los "libros" electrónicos, supuesto que se nos quiere hacer creer desde el sector que se beneficiaría de tal estupidez, los mismos de siempre, los pastores de este rebaño de borregos, y me refiero a los lobbies de la energía-. Los gastos de envío tienen un coste normal, no como hace años, aunque al final acabas pagando el libro como si estuviese perfectamente encuadernado, pero reitero que eso es algo que mejorará a la larga.

Unas cuantas cosas interesantes me han llegado, que iré contando a medida que pueda echarles un ojo. Por ahora mencionaré una de las más simpáticas, el Mutant Future de Dan Proctor, cuya base de inspiración es el mítico Gamma World, el juego post-apocalíptico de aberraciones mutantes.

Es el momento de confesar algo.

Soy un fanático de los futuros distópicos, en especial de los post-apocalípticos.

Me encantan, me chiflan. No solo la crítica social de Brave New World o la maravillosa Farenheit 451, aun me gustan más El Planeta de los Simios, La Fuga de Logan o Zardoz. Y cómo puede ser, os preguntareis, que el tipo optimista color de rosa, el trekkie, adore este tipo de deprimentes obras. Es fácil, si consideramos que en este género la civilización se ha autodestruido alegóricamente por sus propios pecados, y siempre existe la esperanza de que el futuro traerá otra mejor, todo ello articulado en un ambiente de aventuras muy pulp.


Gamma World fué publicado por TSR en 1978 como evolución de Metamorfosis Alpha, otro juego que tiene el honor de ser realmente el primer juego de rol de Ciencia Ficción jamás publicado, contrariamente a la creencia de que este fué el Traveller. Ambos son producto de la imaginación de James W. Ward, y vienen a tratar el mismo tema, el de personajes mutantes tratando de sobrevivir a un ambiente destruido por un cataclismo cuyo origen no comprenden, siendo una nave espacial en el más antiguo, y nuestro planeta en algún momento del futuro, en el segundo.

Por lo demás, ambos juegos tenían por objetivo, como juego de la vieja guardia que son, la diversión en lugar de contentar a los gafapastas de turno con su presentación. No es de extrañar que presenten mundos bizarros, y un desparrame absoluto de imaginación radioactiva sin control. En Gamma World, un cataclismo nuclear en el siglo XXV barre la civilización del planeta dejando un enorme desierto de radiación en el que los supervivientes sufrirán mutaciones dispares. Con el tiempo las nuevas generaciones formarán comunidades típicas de Mad Max, con sus poblaciones monstruosas, para que hablen de diversidad. Y por lo demás, aventura, aventura y aventura; los remanentes de la avanzada civilización quedan en ocultos refugios que han sobrevivido al cataclismo. O en otras palabras, dungeons que explorar...

Como Wizards of the Coast ha decidido sacar su nueva edición de Gamma World para que se juegue con cromos, Dan Proctor por su parte ha preferido hacer con la idea un juego de rol. Y de igual forma que en esta hipócrita civilización nuestra una pareja de heterosexuales que se odien tienen más derecho a casarse que una de homosexuales que se amen, una empresa que maltrata y viola una marca registrada por ellos tiene por tanto el derecho exclusivo de usarla mientras que alguien externo que la ame no lo tiene. Así que Proctor ha llamado a su juego Mutant Future, le ha dotado con el mismo sistema de su otro juego, Labyrinth Lord, y ha intentado con su filosofía de vieja guardia recuperar la magia y diversión del original.

Desde hace años tengo muchas ganas de jugar a Gamma World, y el Mutant Future me viene que ni pintado. Sin embargo, no estoy seguro que las reglas de LL, que son las de D&D B/X, sean tan adecuadas como las reglas originales de Gamma World, y me refiero por supuesto a las dos primeras ediciones, que eran las realmente crudas, bizarras, pulp, y sin concesiones. Por supuesto, estoy dispuesto a comprobarlo probando el Mutant Future. Ahora, si encontrase algún grupo de gente tan tarados como yo...