jueves, 15 de septiembre de 2011

Sexo y Rol


¡Hola de nuevo! Que bien estar de vuelta en la biblioteca, después de un verano recargando energía mágica. Seguro que la mayoría ya ni os acordábais de este nuestro blog, o pensábais que ya habría pasado a mejor vida. Y aún más seguro que unos pocos, los mezquinos y los ruines, las ovejas (humanas), deseaban secretamente que así fuera.

Pues miren ustedes, que hemos vuelto a las andadas y con más fuerza que nunca. Aqui somos como el increíble Hulk, y cuando vienen a chincharnos y a jodernos, nos encabronamos más y nos volvemos más fuertes. Podeis esperar entonces que se dé aquí más guerra que el Cid Campeador, que ganaba batallas hasta después de muerto. Dando, pero siempre lo suyo, al Cesar lo que es del Cesar. Porque hay mucho Cesar por ahí, esperando con anhelo a recibir sin dar; pues vamos a darles.

Así con estos aires, habrá que empezar el curso fuertecito, y para ello echaré mano de una historia, o historieta viendo quién o quienes son los protagonistas, que hace mucho que quería contar, pero no encontraba hueco. Uno que es tán perfeccionista que hasta planea el orden de las entradas por anticipado. Si es que no se puede ser más pedante. Y vanidoso; recordemos que hasta tengo blog, y todo.

Vamos con la historia. Tiene como protagonista a un hombre que consiguió sus sueños. Y a un montón de corifeos, muchos. Tantos que como todos creen la misma ponzoña, parece que es cierta. Como los que reeligieron a Bush. El clarividente líder en cuestión se llama Mike Mearls, y empezó desde lo más bajo, escribiendo como freelancer, que es algo así como uno que trabaja sin jefes, y llegó a ser empleado por Wizards of the Coast, algo que incomprensiblemente deseaba con toda su alma a pesar de colocarle bajo el yugo de otros. Supongo yo que que cuando utiliza todo el cerebro para una cosa concreta, pongamos por caso diseñar suplementos de rol (¿acaso os creíais que Mearls era un creador original?), no queda para nada mas, pongamos, qué se yo, pensar, por ejemplo. Pero que sabré yo de pensar, si toda mi prosa me la escribe en negro Ana Rosa Quintana.

Este Mike Mearls, que por las noches no hacía caso a su mujer pensando en D&D, D20 para más señas, no podía pedirle más a la vida que llegar a trabajar para Wizards, y una vez dentro lo dió todo, claro está. Y alguien así puede llegar lejos, como Forrest Gump. En el caso de Mearls, tener tanto D&D, y D20, recordemos, en la cabeza, le llevó a dirigir el departamento de investigación (toma ya) de Wizards y supervisar la línea, la de cuarta edición, me refiero, donde estará todavía porque, seamos sinceros, donde iba a ir, si no.

Mike Mearls. Director de la linea del juego de rol más... todo, del mundo. Mike Mearls.

Se podría, se debría, esperar de Mearls que fuese un rolero como la copa de un pino, un epítome del rol, un... bueno, ya os lo imagináis. El Master que todos quisiésemos.

Bien.

Hace una par de años, cuando se anunció la publicación de Dark Sun para la cuarta edición, decidí que a lo mejor podría esforzarme un poquito y dirigir, aunque el manual me provocase mareos y vértigo cada vez lo ojeaba. Desde luego no quería utilizar miniaturas de forma putativa, porque si los juegos de rol tuvieran que usarlas de forma putativa, no habría distinción entre juegos de rol y de miniaturas, digo yo. Y estos últimos se llaman así por usar miniaturas de forma putativa, así que todo juego que use miniaturas de forma putativa será un juego de miniaturas. Blanco y en botella. Me dediqué entonces a investigar un poquito y me encontré con esta gema:

Podéis leer la (corta) entrada en el blog de Mearls pinchando aquí.

Espero que conozcáis de forma al menos aceptable la cuarta edición de D&D, para poder entender de que hablamos aquí, porque desde luego, no tiene desperdicio. Mearls busca la forma de jugar el juego sin miniaturas, y de sus brillantes deducciones podemos extraer lo siguiente:

1. Devuelve el poder y el control de la partida al Master, al ser quien realmente aplica los poderes. De paso le triplica el trabajo, el tio jeta.

2. Los poderes dejan de estar escritos en piedra para ser aplicados a juicio del master, de forma adecuada a la escena. Y además especifica que el control será "narrativo".

3. Siempre le ha fascinado la esotérica idea de "un juego" en el que los jugadores no tengan control directo sobre las mecánicas del mismo, que estarán en manos del juicio del Master. Cree recordar que eso es lo que ocurría en AD&D. No recuerda que eso pasa en casi todos los demás juegos de rol.

Vamos, que Mike Mearls aprendió a jugar al rol cuando pensó en quitarle las miniaturas al D&D cuarta.

Voy a repetirlo otra vez para que todos tengan claro que han oído bien.

Mike Merls, director de la línea de D&D, y por ello probablemente la persona más influyente en la comunidad rolera mundial, dado que sus decisiones tendrán gran repercusión, aprendió a jugar al rol el día que pensó como sería quitarle las putativas miniaturas al D&D cuarta.

Así que un juego de rol.

Claro que, como me va a extrañar de un mundo que le ha regalado la democracia a los ricos. Lo natural es que dejemos el rol en manos de los wargameros. O peor, de los videojuegueros, si es que se les puede llamr de alguna forma, que ni nombre tienen. Bueno, si, "gamers", y así se llevan todo el protagonismo mientras nos fagocitan a todos los demás.

Ahora que, conmigo lo llevan crudo; parafraseando a McNulty, te masticarán, pero luego tendrán que escupirte.

Mike Mearls, señores, descubriendo el rol y la Old School.

Y a estas alturas os preguntaréis, ¿que tiene todo esto que ver con el sexo en el rol? Pues nada de nada, amigos míos. Pero, ¿a que he llamado vuestra atención, y habéis leído todo hasta el final? Y dado que vuelvo después de una pausa, algo tendré que hacer para recuperar parroquianos a marchas forzadas. Bueno, eso y demostrar que hacer un blog poniendo fotos de tías buenas y quedándose con los lectores es muy fácil, y yo podría hacerlo constantemente, pero invierto mis esfuerzos en hacer algo con verdadera sustancia. O no tengo que recurrir a ello porque tengo de donde sacar. Porque, sabéis, soy tán vanidoso que hasta tengo un blog. Pero además de vanidoso, resulta que soy pedante.

Y un poco cabroncete también.