Como es habitual, el verano me produce desapetencia generalizada. Es la estación que menos me gusta, y siempre me encuentro como desplazado, en un momento y lugar momentáneos que producen una sensación desapacible, esperando que llegue una prometida situación de estabilidad que reconforte. El que todo se pare, el que la gente desaparezca, el que las actividades obligadas de la época me aburran enormemente, son todo ello factores que contribuyen a mi disgusto estacional. Al final pagan justos por pecadores, y pasan cosas como esta, que el blog haya quedado abandonado durante demasiados días.
Haciendo un poco de memoria, probablemente esta anual desazón comenzó en mis tiempos del Instituto (¿como narices lo llamarán ahora?). Y con ello me vienen los recuerdos, ya poco más que sensaciones, de aquellos otros veranos. Veranos con juegos de rol, aunque no tan repletos como desearía; pertenezco a una generación que tardó en arrancar y que, con referentes al otro lado del charco, demasiado lejos para las comunicaciones de la época, tuvo que interpretar el rol a su manera, y se quedó con el "powergaming" y la "eterna contienda" de los jugadores contra un Director de Juego (más Master, entonces) que se les oponía ferozmente, a base de blandir tablas, y sin "interpretar" en absoluto. De aquella época recuerdo más amablemente La Llamada de Cthulhu y el Star Wars D6, porque eran los únicos con los que logré jugar como debe ser, interpretando y todo. Negativamente, cualquier juego de Ice Crown Enterprises, cuyas partidas reproducían fielmente el triste comportamiento descrito más arriba. También intenté algo con el Traveller que llegó a publicarse en español, pero a pesar de tener mucho interés, no cuajó en nada.
Luego a principios de los 90, llegó el Vampiro y enseñó a jugar a rol a una nueva generación, y como es común en esta sociedad de hipocresía aprendida, y valores vacíos, una vez más se confundió el contenido con el continente, y el milagro se atribuyó al producto, por otro lado no tan brillante, en vez de a la pericia de su creador, Mark Rein·Hagen (por otro lado, nadie se ha preguntado nunca porqué no siguió con el juego). El verano del 92 fué prolífico aunque monótono, porque todo el mundo jugaba única y eclusivamente al Vampiro, con esa mezcla refrescante de mitad mesa, mitad vivo, que se proponía en los primeros manuales (ahora ya no se).
Y así siguió más o menos la tónica general en el resto de los 90. En algún momento de esa época, mis veranos desaparecieron como los de cualquier adulto, y el rol se me diluyó en el resto del año, perdiendo esa singular sensación estival. Al menos hasta este año. Estos días trato de añadir algún detalle a la campaña de Dragon Age casi a diario -y al paso que los van descubriendo mis jugadores, tenemos campaña para rato; por mi perfecto, claro-. Y la sensacion me ha vuelto; verano con el rol casi constantemente en mi cabeza, y jugando. Esa sensación que es lo único agradable que atesoro de veranos otrora. Me alegra el espíritu haberla recuperado.
Claro que tiene que compartir sitio con la desidia estival. Ays.
¿No os ocurre algo parecido?
Haciendo un poco de memoria, probablemente esta anual desazón comenzó en mis tiempos del Instituto (¿como narices lo llamarán ahora?). Y con ello me vienen los recuerdos, ya poco más que sensaciones, de aquellos otros veranos. Veranos con juegos de rol, aunque no tan repletos como desearía; pertenezco a una generación que tardó en arrancar y que, con referentes al otro lado del charco, demasiado lejos para las comunicaciones de la época, tuvo que interpretar el rol a su manera, y se quedó con el "powergaming" y la "eterna contienda" de los jugadores contra un Director de Juego (más Master, entonces) que se les oponía ferozmente, a base de blandir tablas, y sin "interpretar" en absoluto. De aquella época recuerdo más amablemente La Llamada de Cthulhu y el Star Wars D6, porque eran los únicos con los que logré jugar como debe ser, interpretando y todo. Negativamente, cualquier juego de Ice Crown Enterprises, cuyas partidas reproducían fielmente el triste comportamiento descrito más arriba. También intenté algo con el Traveller que llegó a publicarse en español, pero a pesar de tener mucho interés, no cuajó en nada.
Luego a principios de los 90, llegó el Vampiro y enseñó a jugar a rol a una nueva generación, y como es común en esta sociedad de hipocresía aprendida, y valores vacíos, una vez más se confundió el contenido con el continente, y el milagro se atribuyó al producto, por otro lado no tan brillante, en vez de a la pericia de su creador, Mark Rein·Hagen (por otro lado, nadie se ha preguntado nunca porqué no siguió con el juego). El verano del 92 fué prolífico aunque monótono, porque todo el mundo jugaba única y eclusivamente al Vampiro, con esa mezcla refrescante de mitad mesa, mitad vivo, que se proponía en los primeros manuales (ahora ya no se).
Y así siguió más o menos la tónica general en el resto de los 90. En algún momento de esa época, mis veranos desaparecieron como los de cualquier adulto, y el rol se me diluyó en el resto del año, perdiendo esa singular sensación estival. Al menos hasta este año. Estos días trato de añadir algún detalle a la campaña de Dragon Age casi a diario -y al paso que los van descubriendo mis jugadores, tenemos campaña para rato; por mi perfecto, claro-. Y la sensacion me ha vuelto; verano con el rol casi constantemente en mi cabeza, y jugando. Esa sensación que es lo único agradable que atesoro de veranos otrora. Me alegra el espíritu haberla recuperado.
Claro que tiene que compartir sitio con la desidia estival. Ays.
¿No os ocurre algo parecido?
3 comentarios:
No. :-D
En serio, no. En verano es cuanto más activo estoy.
Reviso proyectos, me dedico a los proyectos de más dedicación, recojo ideas, leo todo lo que cae en mi mano...
Buf... hasta comienzo libros :-D
Eso si... te entiendo. Es una sensación que te cuesta superar. Se llama procrastinar, y es horrorosa, porque al final te das cuenta del tiempo que has perdido... y te sientes peor.
A mi me pasaba antes, hasta que un verano dije "basta", y a partir de entonces, cada verano estoy más activo.
Kano
Que me vas a contar, Kano. Procastinar es el nombre de mi Sauron personal. :) Ala, para evitar procastinar he añadido vuestro blog a los enlaces de interés. ;)
Sí y no...
Me pasa lo de la inapetencia y falta de motivación por culpa del calor.
Pero por las fechas es la época de más trabajo.
Este finde sin ir más lejos al final no he podido ir a las BBL por problemas laborales y he dedicado todo el finde al especial estival de al DeS.
Y el fantasma de las TdN ya está ahí que da una de trabajo horrible.
Y cuando volvamos habrá que empezar a promocionar el 1808 y luego no queda mucho para las LeS.
Ya solo con pensarlo me estreso :S
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