El pasado mes de Abril se cumplió el primer aniversario de este blog. Como no es un tipo de celebración que suela observar, pues personalmente no le concedo importancia, como se aprecia por el hecho de que en su día -el cual ni he recordado-, no realicé una entrada al respecto. Si he tenido en mente, sin embargo, desde el principio, el remozar la imagen del blog, ir mejorándola, que sanear siempre es bueno. Sobre todo cuando se está lejos de algo realmente perfecto. Y para ser francos, por ahora no soy capaz de lograr un diseño realmente bueno. Pero en fin, aquí teneis la nueva imagen, que de la forma más bien incapaz que mi pobre idea me permite, trata de ajustarse a lo que tengo en mente.
Un año más, un año menos, ¿qué más dará?
Pues no he podido evitar pensarlo nadando en un mar de ideas para entradas que no termino de acomenter. Un año, de lo que al principio solo era una excusa para darme a conocer al mundo y, francamente, conseguir jugadores, y que durante este tiempo ha sido una válvula de escape, una forma de evitar la locura, como suelen afirmar muchos escritores sobre su arte. En fin, un vehículo para expresar mis laegrías y frustraciones con el rol, de realizar un discurso sobre el mismo, e informar denunciando sus problemas entre otras cosas. Con lo que, en los tiempos que corren, me ha llevado a defender la Old School y hacer notar el insidioso giro hacia el simpre más rentable mundo de los juegos de tablero que la parte más poderosa de la industria del rol quiere llevar a cabo sin que se note.
Que ya hablaremos de porqué no se nota.
Y me ha venido a la cabeza una entrada que hace tiempo quería comentar, una pequeña que James Raggi realizó en su blog, Lamentations of the Flaming Princess, hace un par de meses. Y aprovecho para decir que, si bien mi impresión respecto a su obra es bastante cercana a
la de James Maliszewski, encontrándola un poco "perturbadora" para mis estándares, considero que su trabajo es ejemplar, abre nuevas puertas al movimiento Old School, puertas que el políticamente correcto sector principal del rol no podría ni soñar (y por eso huele a cerrado), y es además un trabajador infatigable. Su producción es amateur, pero lo más espectacular que jamás se halla creado en el rol no profesional.
En la entrada en cuestión que comento, Raggi considera la posibilidad de que Wizards utilizase los rasgos característicos de D20 en 3.X, Pathfinder o 4e, para realizar lo tradicional en Estados Unidos, torneos de rol, enfrentando a grupos de jugadores, considerando el reduccionismo de dichos sistemas para concentrarse en crear personajes ultradetallados en sus más minimos movimientos de combate, observando especiamente que todo esté "equilibrado", como la vida real que simula, en vez de jugar al rol. Excelente propuesta, algo así como buscar el trabajo adecuado para el típico niño pera inutil que no sabe hacer la O con un canuto. Los comentarios de sus lectores son entusiastas, porque la idea es buena. Muy adecuada, añadiría yo. Con posterioridad se me ha ocurrido lo que podría haber sido un buen comentario, porque claro, como a Stewie Griffin, solo se me pueden ocurrir las respuestas perfectas después de que la conversación haya finalizado. Veamos, si Wizards se dedica al negocio de los torneos, ¿de verdad no se les iba a ocurrir organizar torneos de enfrentamientos (y solo enfrentamientos) entre grupos de personajes? Pues claro que en su día se les ocurrió, y lo llevaron a cabo.
Y lo llamaron D&D Miniatures.
Exacto, la idea que a todos nos parece de cajón, al final va a dar a lo de siempre. Wizards diseña el D&D cada vez más adecuado al combate de miniaturas. El rol lo puede añadir usted en casa,
opcionalmente, a su gusto.
Como muestra otro botón, el cacareado juego de mesa Castle Ravenloft. Tiene casi todas las reglas de 4e, simplificadas a un solo dado D20, como corresponde a un juego de introducción y como en su día hicieron con el D&D miniatures. Y funciona de perlas. Una aventura confinada a un tablero, y sin nada de rol, que sistémicamente funciona igual que 4e. Es divertido, pues aprovecha todo lo que los juegos de tablero y, a través de la simulación en sus reglas, los MMORPGs, pueden ofrecer; que al fin y a la postre es algo muy pobre comparado con las infinitas posibilidades del rol. Eso si, el juego es
honesto. Usa las reglas de 4e de forma totalmente efectiva, y en ningún lado afirma ser un juego de rol. Que para algo honesto que hacen en Wizards...
Y es de Mike Mearls, de quien tengo unas ganas tremendas de hablar, y no precisamente (muy) mal. Trataré de que no pase un año entero antes de hacerlo.